Jan den Houtkapper, gigante de Steenvoorde

Leo, y confieso que releo, el capítulo del cuento escrito en "Le Lion de Flandre" por el Sr. Nicolas Bourgeois y que sonrío para mis adentros a cada línea que leo, porque, en efecto, cada línea me trae un recuerdo muy personal y me lleva exactamente 29 años atrás en el tiempo, es decir, a febrero de 1914, fecha de nacimiento del reuze Jan den Houtkapper, de quien tengo el honor de ser el auténtico padrino e incluso un poco... el padre.

Su atuendo es sencillo, incluso frustrante", dice Nicolas Bourgeois, "y es cierto.

Éramos cinco o seis que le crearon, le trajeron al mundo, le vistieron, le adornaron y le ayudaron a dar sus primeros pasos bajo el cielo ligeramente gris de la región de Flandes conocida como Steenvoorde.

Su cuerpo fue modelado por un hábil cestero local, el padre Tillie, y su cota de malla está forrada por dentro con una cáscara de lúpulo donada por el señor Delobeau, padre del actual burgomaestre. El vestido fue cortado y ajustado por César Gilloots, a quien conocéis bien.

En cuatro cosimos una a una las tiras de zine (un trabajo paciente, te lo aseguro) para formar las puntadas del laubert. La cabeza y las manos se moldearon en París, en un taller especialmente equipado para este tipo de trabajo.

Desde principios de febrero hasta el 22 de marzo, fecha de la primera salida, trabajamos todas las tardes de incógnito, con muy pocos medios financieros a nuestra disposición.

El domingo 22 de marzo todo estaba listo, salvo que nos faltaban las dos manos. La salida se había fijado para la tarde, y en la mañana de aquel memorable día, como es costumbre en nuestro Flandes, los cuernos de caza y las trompetas acompañadas de un heraldo habían anunciado a bombo y platillo la fiesta... después de vísperas. No estábamos nada tranquilos.

¿El trenecito de Flandes, que en aquel momento llegaba de Hazebrouck hacia las 13.00 horas, nos traería el tan esperado paquete? Ya estábamos buscando la manera de explicar la situación en el último momento, cómo preparar a la opinión pública de Steenvoorde para este desafortunado contratiempo y para completar la preparación de nuestro amigo Jan, varios de nosotros nos quedamos sin cenar ese día.

Nicolas Bourgeois tiene razón cuando dice: "Sus hazañas apenas han sido recogidas en documentos oficiales o en libros de gran tirada, y no existen archivos extensos en una ciudad que fue tan bien arrinconada y quemada por Felipe Augusto durante sus campañas en Flandes".

Como he dicho antes, teníamos muy pocos recursos y ni siquiera contábamos con un incentivo monetario del ayuntamiento. Para colmo, el deán no nos había hecho mucho caso en la misa mayor, habiendo recordado a su rebaño que era Cuaresma y que era indecoroso organizar una fiesta profana durante este periodo de penitencia.

Yo disponía de pocos recursos financieros y ningún fondo documental.
Con el fin de recaudar algunos fondos, me encargué de redactar e imprimir los programas destinados a ser vendidos a los asistentes para interesar a la multitud que suponíamos asistiría a la fiesta.

Escribí la leyenda de Jan den Houtkapper y, con el fin de relatar las cosas con todo detalle, dejé deliberadamente impreciso el nombre de nuestro héroe, que ejercía varios oficios: era leñador, tajador, experto tejedor y hábil zapatero. Decía que la leyenda...

le llamaba Jan den Houtkapper, Jan den Wever o Jan den Schoenmaker, tres profesiones muy honradas en la ciudad de Steenvoorde.
De este modo, esperaba consultar la voz popular, que no dejaría de dar su opinión, me dije.

Había especificado en la historia que mi héroe había vivido una vez en el cercano bosque de Beauvoorde, y que había trabajado allí durante muchos años madera durante muchos años. Así nació nuestro reuze local y fue el nombre de Jan den Houtkapper el que congregó a la multitud.

César Gilloots me había hablado de un tal Fromulus que, según Sanderus, había sido señor de Steinfort en el siglo XII, pero nunca tuve ocasión de leer sobre sus hazañas, como tampoco sobre las de Jan den Houtkapper. Tal vez, debería decir... seguramente, si el señor Nicolas Bourgeois, que es un erudito, leyera esta modesta obra de hace casi treinta años, pronto encontraría detalles ociosos, hipótesis bizantinas y reminiscencias azarosas, incluso anacronismos. En ese caso, le pediría que me perdonara, pensando sólo en las buenas intenciones y la falta de pretensiones de un novato, más absorbido en aquel momento por su ingrato trabajo de recaudador de impuestos, que le exigía mucho tiempo y mucho trabajo, dejándole muy poco tiempo libre... como prospector de archivos.

A pesar de todo, la fiesta fue un gran éxito. Esa noche, en el Hôtel de Flandre, en la Grand Place de Steenvoorde, el comité organizador estaba completo... César Gilloots, nuestro presidente, me presentó a un amigo suyo como el autor, o más bien el descubridor, del héroe de la fiesta.

Este amigo, un notario local cuyo nombre no deseo divulgar, que no era una figura delgada, ni un personaje esbelto, me felicitó. Este excelente oficial ministerial añadió: Su relato es muy interesante, muy vivo y muy acorde con los acontecimientos locales, pero lamento que se le haya escapado un error ortográfico. La palabra "gesto" está en masculino, como en "un gesto, el gesto"

En efecto, había escrito al final de mi relato de la vida de nuestro héroe: Icy s'arrête la geste du Reuze de Steinfort...

No creo que el propio Jan den Houtkapper hubiera sido capaz de asestar un golpe tan demoledor. En cualquier caso, le habría perdonado.

Sin duda, como yo, habrás oído hablar del trágico final de Jan den Houtkapper en Steenvoorde en mayo de 1940. Allí fue una víctima, una víctima inocente... martirizada. Su cabeza estaba sujeta a un tanque que, según me han dicho, se dirigía a Dunkerque. Él había entrado de una manera completamente diferente hace unos años. Debo confesar que oír la historia del final de Jan den Houtkapper me hundió el corazón...

Historia legendaria de los Reuze

Los nombres de las personas se encontraron gracias a dos músicos de la foto M.Haverbeque y G.Delaeter.

Contacto: www.musique-steenvoorde.fr